Como otras sociedades pretéritas, los mesoamericanos desarrollaron un eminente carácter guerrero, con grupos de hombres armados que lucharon por defender o expandir los dominios de sus progenitores. Gracias al trabajo de los historiadores, podemos estudiar los diferentes sistemas armamentísticos de los pueblos mesoamericanos antes de la llegada de los españoles. Pudiendo ver su evolución, con un proceso de perfeccionamiento constante que nos aleja de percepciones bajomedievales[1] y/o propagandísticas[2], en las que el indio era un ingenuo que no conoció la guerra hasta la aparición de las naves castellanas. Mediante los estudios de especialistas, tendremos una correlación de las respectivas áreas culturales de Mesoamérica[3] y sus principales avances en el arte de la guerra.
Las poblaciones sustanciales de cada zona avanzan del Preclásico, (2000 a.C. – 200 d.C.), al Clásico, (s. II – X), y de este al Postclásico, (s. X – XV), con panoplias guerreras que poco a poco van alcanzando un perfeccionamiento que permitirá surgir potencias dominantes e interesantes culturas mucho más allá de la inicial vida de cazadores recolectores. En la Costa del Golfo, pasando por los olmecas, se llegará rápidamente al Clásico del Centro de Veracruz con panoplias completas de mazas y escudos largos rectangulares, destacando a los posteriores huastecos del Postclásico que añaden arcos y bastones. En el occidente de México, donde en el Clásico ya hay guerreros con macanas a dos manos, corazas, escudos y cascos cónicos, destacarán los tarascos del Postclásico, acérrimos enemigos de los mexicas[4], que ya presentarán, de forma minoritaria, hachas, mazas y lanzas de cobre forjado en frío.
En Oaxaca, pueblos como los zapotecos del Clásico representan a sus guerreros con rodelas, porras y lanzas, pasando a los mixtecos del Postclásico, que ya lucharon contra los aztecas usando macuahuitl, cerbatanas, arcos, y petos de algodón. La zona maya tiene un periodo Clásico muy belicoso, con sistemas de armamento complejos en los que se distinguen unidades de lanceros pesados y ligeros completamente equipados. La misma zona llega al Postclásico con macuahuitl de lascas de pedernal (en vez de obsidiana), arcos, mazas y posibles tepuztopilli. El Altiplano Central tiene el Clásico de la militarista Teotihuacán, con guerreros armados con lanza, átlatl, arco y cuchillo. La importante necesidad de hacer prisioneros para el sacrificio aventura a hablar de posibles estrategias no mortales de reducción del contrario por parte de los teotihuacanos. En el Postclásico destacará aquí la cultura tolteca, presentando guerreros fuertemente equipados, protegidos por coraza de algodón prensado y con hasta cinco armas a la vez: lanza, átlatl, macana, cuchillo y escudo.
La panoplia mexica
Visto esto, podemos deducir que los guerreros aztecas eran el culmen armamentístico de un proceso que duró numerosos siglos. Para el s. X, la llegada de los mexicas al centro de Mesoamérica les presenta como bárbaros chichimecas[5] que no tardaron en empaparse en la tradición local, adoptando rápidamente elementos como el átlatl, pero siendo innovadores al mismo tiempo, pues son quienes comienzan a generalizar el uso del arco y la flecha.
En el s. XV se harán con el poder en la región, naciendo la Triple Alianza[6], forjando un imperio en que los varones eran formados en religión y administración, al mismo tiempo que aprendían a utilizar una variada panoplia. Para la llegada de los españoles, los pertrechos aztecas podían presentar toda una serie de armas ofensivas[7] y defensivas[8] de gran heterogeneidad.
Entre las primeras, estarían el bastón lanza-dardos o átaltl, el arco o tlahuitolli, (con carcaj o micomilt), el cuchillo o técpatl, la honda o temalatl, las jabalinas de madera tostada o tlazontectli, el macuahuitl (bastón de madera con cuchillas de obsidiana en los costados superiores), la lanza de punta pétrea y su variante con navajas de obsidiana, el tepuztopilli; el mazo o quauhololli, y la macana o porra de madera, sin confundirla con el macuahuitl, como solía pasar en las fuentes originarias. Para las segundas tendremos la útil y ligera coraza de algodón prensado bañado en sal, el ichcahuipilli; y la rodela o chimalli, de madera, piel animal y caña.
Aunque parezca una obviedad, el propio cuerpo ha de ser citado, pues es bien probable que el apremio de prisioneros para los sacrificios y la antropofagia[9] fomentase la práctica de tácticas de captura de los enemigos basadas en la sumisión[10], como si de un arte marcial de agarres se tratase. Este sería aprendido en las escuelas militares mexicas, el Telpochcalli y el Calmécac, y poco tendría que envidiar a otras técnicas de sometimiento, como las del actual sambo ruso.
Las armas de los conquistadores en manos de los mexicas
Llegados a este punto, en el que se ha tratado el culmen de la evolución armamentística de la Mesoamérica Precolombina, ya es posible zambullirse en el impacto de las armas de los hombres de Hernán Cortés en las huestes tenochcas. En este caso no se tratarán las impresiones que causaron en los indígenas elementos desconocidos para ellos, como el caso del caballo castellano, entrenado “a la jineta”[11], los estallidos artilleros de bombardas, falconetes o culebrinas[12], los fieros perros de guerra[13], (creídos dragones[14] por los aliados tlaxcaltecas), las escasas armas de fuego[15], (espingardas, escopetas y arcabuces), o la inusitada dureza de las armaduras europeas[16], (desde gambesones y brigantinas de tela y metal, hasta las más comunes corazas de acero, llegando al completo arnés de caballería del propio Cortés).
Pues pese al primer impacto de la presencia española sobre los mexicas, estos no tardaron en darse cuenta de dos principios muy importantes; que los recién llegados no eran dioses, y que sus armas se podrían volver contra ellos. Por lo tanto, aunque fuese ya en la última hora de su civilización, el uso de este armamento por los locales debería ser incluido en sus mortales panoplias (ver La panoplia hispano-mexica en Historia Moderna nº. 12: La conquista de México).
Cabe apuntar que esta reutilización de armamento enemigo fue mutuo, con los propios conquistadores, junto a sus caballos y perros[17], usando los ichcahuipilli indígenas, debido esto a una falta de sus propias protecciones, propiciada por el hecho de que cada soldado debía pagarse su propio equipo, y citada por Díaz del Castillo.
“que por un peto o capacete o casco o babera de hierro diéramos aquella noche cuanto nos pidieran por ello y todo cuanto habíamos ganado”[18].
Volviendo a los aztecas, el punto álgido de recolección de armas castellanas será la Noche Triste[19], en la que los locales hicieron acopio de todo el material bélico del que fueron capaces. Tal y como nos muestra aquí León Portilla:
“También todas las armas de guerra fueron recogidas. […], arcabuces, espadas, lanzas, alabardas, arcos de metal, saetas de hierro. También allí se lograron cascos de hierro, cotas y corazas de hierro, escudos de cuero, (adargas[20]), escudos metálicos, escudos de madera[21]”.
Aunque parte del material se destinó a las hogueras rituales[22] o a los horrendos tzompantli[23], (el inutilizado o más complejo); el de uso sencillo[24] fue rápidamente añadido a sus arsenales. Para cuanto Cortés vuelve a sitiar Tenochtitlán (ver El asedio de Tenochtitlán en Historia Moderna n.º 12: La conquista de México), junto a la miríada de auxiliares tlaxcaltecas, totonacas, chalcas y texcocanos[25], Díaz del Castillo narra la evidente realidad del uso de espadas[26] europeas por los mexicas, ya no solo como armas de corta distancia, sino también como moharras de sus lanzas.
“la multitud de guerreros que nos estaban esperando, […] e las lanzas que traían hechas, como detalles, de las espadas que hubieron cuando la gran matanza que hicieron de los nuestros en lo de los puentes de México” […] “y otros muchos indios capitales que todos traían espadas de las nuestras muy relucientes[27]”.
Una vez iniciado el asedio, Díaz del Castillo describe cómo los indígenas luchaban contra los españoles en las calzadas de entrada[28] usando lanzas que habían hecho con las espadas recuperadas[29].
“tenían hechos unos mamparos, donde estaban otros guerreros aguardando con unas lanzas largas que habían hecho cuando nos echaron de México e salimos huyendo”.
E incluso muestra que no solo forzaban la retirada de los sitiadores, sino que también llegaron a matar a algunos équidos usando lanzas castellanas[30] reutilizadas[31].
“[…] en las calzadas, donde estaban otros escuadrones de guerreros aguardando con lanzas largas de las nuestras o dalles que habían hecho, muy más largas que tomaron cuando el gran desbarate que nos dieron en México, […], herían y mataban a los caballos antes que les hiciese a los contrarios daño”.
No solo veremos esto en tierra, sino que también en los combates del lago entre las canoas mexicas y los bergantines castellanos[32].
“estaban sobre nosotros muchos indios con espadas de las nuestras que habían tomado en el desbarate de Cortés, y otros muchos montantes de navajas (macuahuitl), de navajas dándonos cuchilladas”[33].
Como en toda acción de asedio, se lanzaron varios contra-ataques con intención de romper el cerco, en uno de ellos, Díaz del Castillo nos narra uno de los sucesos más interesantes del sitio[34], en el que los mexicas llegaron a disparar a los españoles con sus propias ballestas[35]:
“Y quiero decir que nos tiraban saetas de las nuestras, con ballestas, cuando tenían vivos cinco ballesteros […], y les hacían que armasen las ballestas y les mostrasen como hacían de tirar, y ellos o los mexicanos tiraban quellos tiros como cosa perdida y no hacían mal con ellas”.
Para finalizar, como muestra de la amplitud de este tema, he de destacar que no solo los aztecas sabrán utilizar sistemas de armamento europeos, siendo las armas y tácticas del Viejo Mundo usadas por otros indígenas, como el caso de los chinantecas, aliados de Cortés que rápidamente aprendieron el uso de largas lanzas a modo de picas con cabeza de pedernal o cobre[36], y que se usaron frente a la “contra-expedición” de Narváez, y, posiblemente, en las calles de Tenochtitlán.
Consideraciones finales
Con este microensayo, se da una muestra de la complejidad del choque de dos mundos que nunca antes habían coincidido en el mismo plano físico, y cómo, en contra de las creencias populares, los mexicas supieron sobreponerse al varapalo que suponía la diferencia armamentística que los separaba de los españoles, sabiendo volver sus puntos fuertes contra ellos y mostrando una mentalidad de una plasticidad/adaptabilidad muy superior a lo creído hasta el momento.
Bibliografía
Física:
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- Nievas Muñoz, David. 07 de septiembre, 2018. “Las armas de los conquistadores (IV) – Ballestas. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog]. Recuperado de https://bellumartishistoriamilitar.blogspot.com/2018/09/las-armas-de-los-conquistadores-iv.html
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- Nievas Muñoz, David. 06 de octubre, 2018. “Las armas de los conquistadores (VI) – Armas de asta”. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog]. Recuperado de https://bellumartishistoriamilitar.blogspot.com/2018/10/las-armas-de-los-conquistadores-vi.html
- Nievas Muñoz, David. 13 de octubre, 2018. “Las armas de los conquistadores (VII) – Escopetas, espingardas y arcabuces”. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog]. Recuperado de
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- Molina Fernández, Juan. 21 de septiembre, 2018. “Las armaduras de los conquistadores de México”. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog]. Recuperado de https://bellumartishistoriamilitar.blogspot.com/2018/09/las-armaduras-de-los-conquistadores-de.html
Notas
[1] ELLIOT, JOHN. (1972). El Viejo Mundo y el Nuevo. 1492-1650. Madrid. Alianza Editorial, S.A. p: 54.
[2] ELLIOT, JOHN. Op. cit, p: 120.
[3] CERVERA OBREGÓN, MARCO ANTONIO. (2007). El armamento entre los mexicas. Madrid. Anejos de Gladius. Ediciones Polifemo. pp: 33-53.
[4] CERVERA OBREGÓN, MARCO ANTONIO. (2008). Op. cit, p: 136.
[5] CERVERA OBREGÓN, MARCO ANTONIO. (2008). Op. cit, p: 29.
[6] CERVERA OBREGÓN, MARCO ANTONIO. (2011). Guerreros aztecas. Armas, técnicas de combate e historia militar del implacable ejército que conquistó Mesoamérica. Madrid. Historia Incógnita. Ediciones Nowtilus, S.L. pp: 51-52.
[7] CERVERA OBREGÓN, MARCO ANTONIO. (2007). Op. cit, pp: 65-71.
[8] CERVERA OBREGÓN, MARCO ANTONIO. (2007). Op. cit, pp: 69-72.
[9] CERVERA OBREGÓN, MARCO ANTONIO. (2011). Op. cit, p: 164.
[10] CERVERA OBREGÓN, MARCO ANTONIO. (2007). Op. cit, p: 125.
[11] Nievas Muños, David. 24 de agosto, 2018. “Las armas de los conquistadores (II) – Monta a la jineta”. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog].
[12] Nievas Muñoz, David. 31 de agosto, 2018. “Las armas de los conquistadores (III) – Artillería”. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog].
[13] BRUHN DE HOFFMEYER, ADA. Las armas de los conquistadores. Las armas de los aztecas. (1986). Madrid. Gladius, XVII. p: 10.
[14] THOMAS, HUGH. (2015). La conquista de México. El encuentro de dos mundos, el choque de dos imperios”. Barcelona. Editorial Planeta S.A. p: 341.
[15] Diaz Muñoz, David. 13 de octubre, 2018. “Las armas de los conquistadores (VII) – Escopetas, espingardas y arcabuces”. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog].
[16] Molina Fernandez, Juan. 21 de septiembre, 2018. “Las armaduras de los conquistadores de México”. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog].
[17] BRUHN DE HOFFMEYER, ADA. (1986). Op. cit, p: 15.
[18] DIAZ DEL CASTILLO, BERNAL. (1991). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (2). Madrid. Biblioteca Americana. Historia 16. Información y revistas S.A. p: 436.
[19] THOMAS, HUGH. (2015). Op. cit, p: 563.
[20] Nievas Muñoz, David. 17 de agosto, 2018. “Las armas de los conquistadores (I) – Rodelas y adargas”. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog].
[21] LEÓN-PORTILLA, MIGUEL. (1992). Visión de los vencidos. Madrid. Biblioteca Americana. Historia 16. Información y revistas S.A. p: 119.
[22] CERVERA OBREGÓN, MARCO ANTONIO. (2007). Op cit, p: 157.
[23] CERVERA OBREGÓN, MARCO ANTONIO. (2008). Op. cit, p: 196.
[24] CERVERA OBREGÓN, MARCO ANTONIO. (2008). Op. cit, p: 202.
[25] THOMAS, HUGH. (2015). Op cit, p: 657.
[26] Nievas Muñoz, David. 14 de septiembre, 2018. “Las armas de los conquistadores (V) – La espada”. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog].
[27] DIAZ DEL CASTILLO, BERNAL. (1991). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (3). Madrid. Biblioteca Americana. Historia 16. Información y revistas S.A. p: 29.
[28] DIAZ DEL CASTILLO, BERNAL. (1991). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (3). Op. cit, p: 55.
[29] THOMAS, HUGH. (2015). Op cit, p: 626.
[30] Nievas Muñoz, David. 06 de octubre, 2018. “Las armas de los conquistadores (VI) – Armas de asta”. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog].
[31] DIAZ DEL CASTILLO, BERNAL. (1991). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (3). Op. cit, p: 61.
[32] THOMAS, HUGH. (2015). Op cit, p: 658.
[33] DIAZ DEL CASTILLO, BERNAL. (1991). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (3). Op. cit, p: 85.
[34] DIAZ DEL CASTILLO, BERNAL. (1991). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (3). Op. cit, pp: 94-95.
[35] Nievas Muñoz, David. 07 de septiembre, 2018. “Las armas de los conquistadores (IV) – Ballestas. Bellumartis Historia Militar. [Entrada en blog].
[36] DIAZ DEL CASTILLO, BERNAL. (1991). Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (2). Op. cit, p: 419.
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